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yo soy la vid verdadera
Habéis escuchado la Buena Noticia de la salvación y la habéis abrazado con alegría, generando frutos de justicia y santidad de vida. La necesidad de una catequesis sistemática pertence a las mayores pretensiones de la Iglesia ahora mismo. Es un enorme reto para nosotros como católicos. Como seglares, estáis llamados, individual y colectivamente, a llevar a cabo en frente de este reto.
«Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto, lo limpia, a fin de que dé más fruto. Nosotros estáis ahora limpios merced a la Palabra que les he comunicado. Lo mismo que el sarmiento no puede ofrecer fruto por sí solo, si no permanece en la vid; así tampoco nosotros si no permanecéis en mí. El que permanece en mí y yo en él, ese da bastante fruto; porque separados de mí no podéis llevar a cabo nada. Si alguno no permanece en mí, es lanzado fuera, como el sarmiento, y se seca; entonces los recogen, los echan al fuego y arden.
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Esto pasa en iglesias sanas asimismo, no hayamos ido, ni durante un momento a meditar que esto solo pasa en “tal género de iglesia” o “con tal tipo de fieles”. Es algo personal, no de “tipos de iglesias” o de según qué designaciones. , pues estas son las ramas verdaderas de la vid verídica. Jesús está dándonos este pasaje en el contexto de la iglesia, de discipulado, de comunión con EL, de nuestra santificación, en el ambiente de la iglesia. Jesús, haz que no tenga miedo de ser un genuino católico, sabiendo que lo único que me pides es vivir siempre unido a ti, y que la recompensa que me das eres tú mismo.
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Pero en consecuencia a Israel y su pecado, al no poder cumplir con lo ordenado por Dios, de ser una nación santa, apartada y que diera fruto de justicia para Él, vino Jesús la vid verídica de Dios. Los pámpanos de una vid no sirven para nada, más que para dar uvas. No puedes utilizarlos para crear, ni para hacer muebles, ni cosas de madera. Las vides silvestres producen escasas uvas, y amargas. Las parras se tienen que cuidar y cultivar para que puedan dar fruto.
yo soy la vid verdadera
Esta es una preocupación en todo el evangelio de Juan. En verdad, en el capítulo 6, varios de sus acólitos por el momento no andaban más con él, ¿se acuerda de eso? Hay pámpanos Judas, en toda temporada, pegados superficialmente.
Habiendo visto eso, quiero llevarlo a la parte más importante del pasaje. Y esa es la naturaleza de la salvación, la naturaleza de la salvación. Creo que esto no es entendido de forma clara por bastante gente, pero no hay excusa, dadas estas expresiones simples. El drama que se lleva a cabo en esta analogía es simple. Hay una vid, hay alguien que protege la vid, y hay 2 géneros de ramas o pámpanos.
En el libro de Juan, el Salvador empleó la vid como una metáfora para argumentar la naturaleza de Su relación con quienes desearan ser Sus discípulos. La uva era una fruta esencial en la antigua cultura hebrea, y tanto las mesetas como las lomas de la Tierra Santa formaban el sitio perfecto para el cultivo de la vid. Se preparaba la tierra, se plantaban las parras durante las lomas y se protegían de forma cuidadosa de los animales y de las personas mediante unos cercos. Las parras se cultivaban y podaban para que rindieran el máximo de fruto posible.
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Pero de forma clara, habían 2 géneros de personas en ese rincón, esa noche. Estaban aquellos que daban fruto, y estaba el que no dio fruto. Estaban esos que permanecieron, se apegaron a la vid, y estuvo aquel que fue cortado. Llegamos el día de hoy al capítulo 15 del evangelio según Juan, y este es un enorme capítulo, pues aquí encontramos una alegoría muy conocida, la alegoría de la Vid verídica.
Mi bien amado tenía una viña en una fértil colina. YO SOY la vid verdadera, y mi Padre es el labrador. YO soy la vid verídica, y mi Padre es el labrador. 6 El que en mí no estuviere, va a ser echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los cogen, y los echan en el fuego, y arden. 1 YO soy la vid verídica, y mi Padre es el labrador.
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